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9 de mayo, la fiesta de la Europa en libertad

Celebración de los europeos que recuerda la lacra que supuso para el progreso de sus pueblos siglos de enfrentamientos continuos y donde la sensatez y la cordura se logró al fin, al menos en la órbita democrática durante la guerra fría y extensible a casi todos los demás con la caída del régimen soviético. La experiencia traumática del que creíamos el último mayor conflicto, sentó las bases para el nunca más de nuestro hoy club de 27 socios, logrando un espacio territorial seguro de algo más de 4 millones de km² y cerca de 447 millones de habitantes libres, donde impera el respeto a los derechos humanos y la prosperidad económica.

Hoy hacemos memoria sobre aquella efeméride que planteó el objetivo de fortalecer esos lazos de unión en la Europa Occidental, recién pacificada tras la cruenta guerra de casi 6 años que la aniquiló por completo. Ese mismo día del año 1950, Robert Schuman ministro de Asuntos Exteriores de Francia presentó, en base a una iniciativa del influyente empresario Jean Monnet, una declaración proponiendo la creación de una Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), donde los recursos energéticos se convirtieran en el nexo de unión que acabara de una vez por todas con las disputas territoriales que agravaron el industrializado siglo XX. De esa manera, la República Francesa le tendía la mano a la recién nacida y renovada República Federal Alemana que se unía a la también recién creada República de Italia y a los países del BeNeLux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), suscribiendo el acuerdo en París un año después.

La unión por y para la energía nacía como germen de una unidad económica más ambiciosa que se extendió al ámbito de la energía nuclear con el tratado constitutivo de la EurAtom para hacer a Europa de ese recurso autosuficiente en su uso civil, desligándola de la dependencia norteamericana. Fue el principio de lo que es hoy su actual heredera, la Unión Europea ya un club consolidado de 27 países que gracias a aquella iniciativa de hace 70 años por compartir los recursos energéticos son el primer bloque económico y la tercera potencia en P.I.B. del planeta, y que paradógicamente una vez extinguida la CECA, la necesidad de nuevas materias primas como el petroleo y el gas natural la han hecho tan dependiente debido a nuestro nivel de consumo, que la han convertido a día de hoy en un arma del chantaje ruso proveedor casi exclusivo hasta ahora, originando divergencias en cuanto a la procedencia de seguir importando de ese país y por consiguiente financiando diariamente la invasión rusa de Ucrania.

Y es que los pequeños países centroeuropeos se encuentran entre la espada y la pared si llevan a cabo el bloqueo al suministro del gas ruso, la dependencia es tan elevada que el cierre brusco de la llave conllevaría a una superinflación de consecuencias catastróficas para sus economías. Hungría que firmó unilateralmente un buen contrato para sí se ha desligado abiertamente de las sanciones, convirtiendo su actitud en una piedra en el zapato de las directrices solidarias de la Unión para dejar de financiarle la guerra al agresor ruso.

Un país que paralelamente celebra con toda la pompa propagandista el día de la victoria sobre la Alemania nazi, recordando la firma de su rendición ante los soviéticos en las afueras de Berlín pasadas las 00 horas del 9 de mayo de 1945. Derrotado entonces aquél enemigo común de todos los aliados, y con una Unión Soviética que gracias a su potencial poblacional puso las bajas humanas en los frentes orientales con cifras por encima de los veinte millones, también su victoria vino acompañada de la ayuda tecnológica y económica que le aportó Estados Unidos.

Esta Rusia que ha demostrado ser fiel heredera de aquella, a tenor de su programa expansionista sobre los países limítrofes, y que sigue marcando líneas rojas sobre el mapa de Europa oriental, como lo hizo en aquella guerra antes de sufrir la traidora invasión de su entonces socia, repartiéndose con Alemania en agosto de 1939 las áreas de influencia del este europeo en un siniestro pacto con protocolos secretos que incluía dejarle las manos libres para atacar a Polonia a la que invadió simultáneamente con la Wehrmacht, a declararle la guerra a Finlandia arrebatándole el istmo de Carelia; a anexionarse las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania, y a ocupar Moldavia entonces región rumana de Besarabia.

Qué va a celebrar ese régimen el lunes 9 en el teatro de la Plaza Roja, escaparate de su fantoche sistema sustentado por un fraude de democracia y en el que millones de ciudadanos sufren las consecuencias de esta absurda invasión en la que los han metido a la fuerza, con una crisis económica galopante que sienten cada día más las capas obreras, y donde la censura del sistema es tal que los intentos de difusión del descontento se castigan con multas o penas de cárcel y mientras tanto, un 3% de multimillonarios siguen disfrutando de la fiesta de la matanza desde su tribuna, construida con el gas y el petróleo y hoy tintada de rojo más que nunca con la sangre mártir ucraniana, oculta en cientos de fosas comunes en las áreas que actualmente controlan sus tropas, como aquellas que cavó el NKVD de Stalin en los bosques de Katyn, donde más de 20.000 oficiales del ejército polaco y ciudadanos influyentes fueron ejecutados por su siniestra policía.

Algo sabremos el 9 de mayo con absoluta certeza y no será la victoria de Moscú con la puesta en escena como si de una pasarela se tratara de su arsenal nuclear, disuasión en manos de un loco para atemorizar a la OTAN en su ayuda a Ucrania, mientras el equipamiento y la planificación militar certifican cada día su dudosa eficacia contra las fuerzas militares ucranianas, que tras 75 días de resistencia demuestran que la libertad de los pueblos es invencible frente a la intolerancia de ideologías del pasado.

Nada aprendió de la historia este país en aras de estrechar sus brazos con Occidente, Gorbachov y Yeltsin parecieron marcar el final de aquella Rusia de Stalin que señaló el límite máximo de la crueldad, sin embargo fue un paréntesis añorado hasta que llegó inesperadamente su peor discípulo con su agresiva política, convirtiendo a la grandiosa Rusia en un paria internacional pretendiendo hacer valer de su particular día de la victoria, la suya personal, intentado arrebatar también el protagonismo a la Europa de la libertad.

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