La paz que disfrutaba Europa desde el final de la catastrófica Segunda Guerra Mundial ha estallado por los aires esta madrugada a las 4 a.m. hora peninsular. Las fuerzas militares de Rusia han iniciado la invasión de Ucrania en un juego de amenazas larvado desde finales del año pasado, las acciones militares intimidatorias disfrazadas de maniobras en sus fronteras se ha hecho realidad y nadie en su sano juicio creía que esto pudiera suceder, salvo los servicios de inteligencia de Estados Unidos que llevaban advirtiéndolo desde que comenzó el nuevo año, por consiguiente y en este aspecto, la guerra de la desinformación ya la ha ganado Rusia.
Los juegos de fake news de la empresa de telecomunicaciones rusa Sputnik han estado confundiendo a la opinión pública haciéndonos creer que la Administración Biden estaba agitando a la OTAN para una guerra infundada, todo ello junto a los viajes al Kremlin y las llamadas telefónicas de los mandatarios políticos que creían en la diplomacia como solución.
Con la firma ante las cámaras del mundo este pasado lunes 21 del decreto del presidente ruso reconociendo a las dos repúblicas secesionistas de Lugansk y Donetsk, Putin, argumentando que los acuerdos de paz celebrados en Minsk en 2015 habían sido sepultados por su incumplimiento, y en su particular paso del Rubicón, nos enseñó parte de sus cartas ante la comunidad internacional en su juego expansionista por el control de los estados de la antigua URSS que rodean el Mar Negro.
El clima bélico se acrecentó con esa nueva acción, conllevando una reacción internacional de condena traducida en una primera batería de sanciones económicas contra los intereses rusos, vetando en el mercado a importantes entidades financieras y paralizando indefinidamente por parte alemana el gasoducto bajo el Báltico que la conectaba.
La declaración institucional por parte del presidente Zelenski ayer llamando a la movilización general de la población y declarando el estado de emergencia ante las amenazas evidentes ha despertado en una pesadilla esta madrugada al pueblo ucraniano con los sonidos de sirenas por los ataques con misiles contra los principales aeropuertos, centros de mando militares y del gobierno e instalaciones portuarias costeras, lo cual indica que es posible que se estén desarrollando operaciones anfibias de desembarco en las ciudades de Mariupol y Odessa.
El guión de esta invasión no es nuevo, existe un paralelismo con la expansión del III Reich en Centroeuropa en la segunda década de los años treinta, el motivo de la defensa de los ciudadanos en peligro fabricando un pretexto para iniciar esta invasión, en este caso de origen étnico y la recuperación del histórico territorio de la madre Rusia, nos recuerda que la historia se está repitiendo, entonces, Austria y Checoslovaquia sucumbieron ante Hitler sin que las potencias democrática occidentales hicieran nada en aras de defender la paz y con un terrible miedo a iniciar una nueva guerra. Cuando le llegó el turno a Polonia, sólo Francia e Inglaterra dieron tímidos e insuficiente pasos para apoyar a un estado condenado ya por la violencia desarrollada por las dos potencias imperialistas, Alemania y la Unión Soviética.
La guerra económica también es una realidad y las consecuencias las vamos a sufrir todos, rusos y europeos, las previsiones de una subida generalizada de la inflación están a la vista con la subida desbocada del precio de la energía y un aumento del gasto
en defensa que contrarreste al poder militar ruso. Si deja de importarse el gas, las reservas actuales estarán al límite para el mes de abril.
Acaba de empezar una guerra de consecuencias imprevisibles, hablar del desarrollo de las operaciones militares ahora es una incertidumbre casi total, lo cierto es que el pueblo ucraniano necesita el apoyo mundial antes que sea demasiado tarde, no bastan las sanciones económicas para frenar este inmenso peligro para la paz.
