La Pollinica ha anunciado que va a ir una calle en silencio el Domingo de Ramos. Todo para tener un gesto con las personas con sensibilidad auditiva. No es que la música sea ruido, pero Pablito con el tambor puede generar alguna alteración real (no como la del vecino del primero que pega escobazos porque arriba tienen Guion a todo volumen).
Es un gesto, una nimiedad, una tontería, si quieres, pero es bueno y es bonito. Transmite una inconmensurable empatía por parte de una hermandad en la que todo es jolgorio. Transmite cercanía y, sobre todas las cosas, muestra amor. Con todas las letras. Será que estoy tierno por aquello de la cercanía de la paternidad, o será que en esta Cuaresma en la que lo menos embarrado es el suelo si lo comparamos con el orbe cofrade. Será lo que sea, pero la Pollinica demuestra darle sentido al ser de las hermandades.
Esto también es evangelizar, de hecho es mucho más evangelio que otras petimetradas estéticas pero vacías. Con esto, la Pollinica no cambia nada, pero nos muestra que el otro, el menos afortunado, también importa.
Igual, Ánimas de Ciegos ha querido ser otra de esas hermandades con sentidos, y ha situado en su capilla un bronce para que los invidentes puedan tocar al Señor. Acercar. Acercarnos. Qué falta hace.
Coda: de esto van las hermandades, de verdad, no de las chuminadas esas por las que te ofuscas.
F.J. CRISTÓFOL