La población del África Subsahariana sin acceso a agua potable se ha reducido en un 47% en los últimos 20 años, según un estudio realizado por la empresa social AUARA a partir de los datos del Programa Conjunto OMS/UNICEF para el Monitoreo del Abastecimiento de Agua y Saneamiento (JMP).
Según el JMP, en el año 2000 vivían en el África Subsahariana 629 millones de personas, de las cuales 236 millones (el 38% del total), no tenían agua potable. Sin embargo, los datos de 2020 apuntan a que, de una población que había crecido hasta superar los 1.000 millones de personas, el número de las que no tenían acceso a fuentes seguras se había reducido a 217 millones, es decir, el 20% del total, lo que representa una tasa de variación del 47% entre los dos años comparados.
Una de las razones que explican esta mejora radica en la fuerte migración desde el campo hacia las ciudades (donde existe un mayor nivel de acceso a agua potable) que se ha producido en estas dos décadas: la población urbana ha crecido un 126%, frente a un descenso de la población rural del 45%, precisa el estudio.
La otra razón fundamental es la labor que se ha realizado en estos años para proveer de infraestructuras de extracción y almacenamiento de agua potable a estos territorios, tanto desde los propios estados como a través de iniciativas solidarias privadas como las llevadas a cabo por AUARA.
«Sin duda, en estos años se ha llevado a cabo un importante esfuerzo para mejorar el acceso a fuentes seguras en estos países, pero todavía las áreas rurales requieren un esfuerzo mayor. Desde AUARA, en los últimos cinco años hemos instalado 43 pozos de extracción de aguas subterráneas y 31 tanques de recogida de agua de lluvia en poblaciones rurales en situación de pobreza extrema que han dado acceso a agua potable a 58.394 personas», sostiene Antonio Espinosa de los Monteros, CEO y cofundador de AUARA.
«Visto en global pueden no parecer muchas, pero a esas comunidades les ha cambiado la vida, y es un ejemplo de lo que se puede conseguir con voluntad, colaboración y ganas de transformar el mundo», ha apostillado.
El país donde se ha producido una transformación mayor es Somalia: en 2000 solo el 32% de su población tenía acceso a fuentes seguras, y en 2020 el 84% de sus habitantes disfrutaba del privilegio de disponer de agua potable. Si se atiende específicamente a las áreas rurales el cambio es aún mayor, al pasar del 11% al 74% en estos 20 años.
SISTEMAS DE SANEAMIENTO
También el acceso a sistemas de saneamiento ha experimentado una notable mejora en las dos décadas de referencia. Al comienzo del siglo XXI, de sus 629 millones de habitantes solo el 33% tenía acceso a instalaciones de saneamiento mejoradas y letrinas que permiten garantizar la higiene en el tratamiento de las deposiciones.
Sin embargo, este porcentaje se eleva hasta el 54% en 2020, cuando la población del continente superaba los 1.000 millones de personas. Estos datos representan una evolución positiva de 21 puntos porcentuales y una tasa de variación del 39% entre los dos años comparados.
Nuevamente, la realidad cambia en función del campo o la ciudad. En las zonas urbanas se están haciendo mayores inversiones en infraestructuras de saneamiento, lo que ha conseguido que en 2020 tan solo haya un 9% de población de las ciudades sin acceso a sistemas seguros, mientras que en las zonas rurales el porcentaje asciende al 37%.
Los países que más han mejorado en lo que respecta a los sistemas de saneamiento en estas dos décadas son Etiopía y Lesoto. En el año 2000, el 71% de la población etíope practicaba la defecación al aire libre y 20 años después la cifra se ha reducido al 17%. Por su parte, Lesoto ha pasado de tener solo un 14% de población con acceso a infraestructuras seguras en 2000 al 71% en 2020.
«Disponer de sistemas de saneamiento básico es una asignatura pendiente en el África Subsahariana, especialmente en áreas rurales. Las letrinas e inodoros son claves para garantizar la higiene y salubridad de estas comunidades. Carecer de ellas es fuente de infecciones y está asociado a la transmisión de enfermedades como la diarrea, el cólera o la disentería. Por ello, para mejorar la calidad y la esperanza de vida de estos territorios es imprescindible invertir más en este tipo de infraestructuras», recuerda el CEO de AUARA.