El Unicaja no pudo mantener el acierto de la primera mitad y terminó hincando la rodilla ante un Real Madrid que tuvo que esperar a la aparición en el tercer cuarto de Lull para remontar un choque que perdía al descanso 31-37 y que terminó ganando 79-74. Los blancos llegaron a estar 16 arriba gracias su casi 50% en triples, pero una bronca monumental de Katsikaris hizo despertar a sus pupilos para que la Copa, por el basket average general, no se pusiera aún más complicada.
Desde el salto inicial el ritmo fue endiablado. Caseur mandaba en el Madrid, muy cómodo en las penetraciones, pero los malagueños, con Jaime Fernández al mando, respondían con suma facilidad. Tanta que aprendieron de su buen hacer en ataque para repetirlo en su propia zona, cerrando todos los espacios para frenar la anotación blanca. Williams Goss y Caseur anotaron 13 de los 16 puntos de ese primer cuarto, pero al resto, muy precipitados, los frenaron bien los hombres de Katsikaris, que castigaron al bisoño Vukcevic, dominaron el rebote -14 a 7- y se marcharon al segundo cuarto con ventaja (16-19).
Esa agresiva defensa, con Rubén Guerrero y Alberto Díaz excepcionales, continuó dañando los circuitos del Madrid, nada fino en el lanzamiento exterior hasta que apareció por la cancha el eterno Rudy Fernández. Pero antes de su entrada y de que llegaran los primeros triples rivales, los cajistas disfrutaron varias ocasiones de una renta de 6. Las pérdidas de balón, 9 antes del descanso, eran el único borrón en el plan malagueño. Y, sin embargo, se las arreglaron para, con segundos esfuerzos de Bouteille y Guerrero, ir sumando puntos y poner en jaque de nuevo al ataque de los de Laso marchándose a vestuarios 31-37.
El vendaval Llull
La ‘lasina’ en el interior del pabellón se escuchó hasta en Marte. Ni defensa ni ataque, ese no era el Madrid. Así que el Unicaja estaba más que avisado de que aún tendría que hacer las cosas mejor para controlar el despertar del gigante. Eric anotó la primera canasta tras la reanudación. Eso fue lo último bueno que hicieron los verdes durante los siguientes tres minutos. En ese tiempo, 11-0 de parcial (42-39, min. 23). Llull y Tavares, uno por fuera y el otro por dentro, trituraron las ilusiones del Unicaja, que se mantuvo a rebufo un par de minutos hasta que tuvo que dejar escapar a un contrincante que abrió hueco definitivo (62-49, min. 29). Lo de Llull, estratosférico, imparable. 4 de 4 triples, indefendible, él solito decantó la balanza para un Madrid que anotó en el tercer cuarto los mismos 31 puntos que en los dos primeros. Erró el quinto y permitió a los de Katsikaris, que fallaron todos sus tiros exteriores, afrontar el último cuarto sólo 9 abajo (62-53) para agarrarse a algún clavo por muy caliente que estuviera.
«Es una puta vergüenza», gritó katsikaris
Mas quemaba demasiado. Entre la ceguera en el triple y que Rudy y Hanga tomaron el relevo de Llull desde el 6,75, la distancia no hizo más que crecer y crecer ante la desesperación de un Katsikaris que veía a sus jugadores bajar los brazos. “Es una puta vergüenza”, gritó el técnico en un tiempo muerto después de que el Madrid se marchara de 16 (76-60). La derrota ya estaba asumida, pero hay formas y formas de perder. Y, sobre todo, porque el basket average general cuenta y mucho para la Copa. La estaban tirando por el sumidero y no se podía consentir. Al final, 79-74 y el Madrid, primer equipo que se clasifica matemáticamente para el torneo del ko.