Llegan la comparsa de la cantera. La música es Sergio Guillén ‘El Tomate’. La letra la compone este último con Antonio Jesús Pérez ‘Piru’. Juan Antonio Macías se hace cargo de la dirección.
Se sube el telón cuando pasan diez minutos de las diez de la noche. Alrededor de un caldero que emite humo y luz verde se reúnen estos brujos. En la presentación, le cantan a Cádiz y a la magia de esta ciudad. Hacen una poción con diferentes ingredientes para embrujar a todo Cádiz.
Para cantar los pasodobles, estos comparsistas retiran a un lado el gran caldero de atrezo y avanzan un par de pasos en el escenario. El primero le canta a la tolerancia y se pregunta dónde está cuando la sociedad ataca al colectivo LGTB+: «¿dónde esta la tolerancia si prefieres un hijo preso a que te salga maricón?». Es un canto a la libertad y a los derechos de este colectivo que aún lucha por ello. Así, declaran que «llegará ese día en el que podamos comernos a besos por las esquinas sin miedo a perder la vida».
La segunda letra va dedicada al sistema educativo que premia el aprendizaje de memoria en lugar de la compresión. Le quita las culpas de los suspensos al profesor y al alumno y critica la precariedad de la educación pública. «La que despierta a la gente y al pueblo lo haga más libre con la fuera de nuestra palabra», así sentencia esta comparsa que debería de ser la educación.
Para la tanda de cuplés, estos brujos hacen un conjuro para poder tener «la gracia de Cai». El primero va dedicado a Isamel Beiro y lo manda a de vuelta «hacer el monigote a Gran Hermano». El segundo hace un chiste con el flamenco y, en el caldero, acaban haciendo un arroz en vez de un brebaje.
En el popurrí, estos brujos se definen como «una persona un poco mística» y explican que le encomendaron la tarea de almacenar la magia de Cádiz en pequeños tarros. Dedican una cuarteta al flamenco y a los artistas de esta ciudad: «¡qué vivan los flamencos de Cádiz!» y otra al léxico gaditano.
Cuando terminan, el público los despide con un aplauso y gritando «¡otra, otra!». Tras el telón, estos brujos desaparecen y celebran el pase por cuartos de final.