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VÍA CRUCIS | Recogimiento y seriedad en el Vía Crucis de la Agrupación de Cofradías

A las siete y cuarto de la tarde se abrían las puertas de la iglesia de San Julián para iniciar el Vía Crucis que el primer viernes de Cuaresma realiza la Agrupación de Cofradías desde que el 23 de febrero de 1996 y con motivo del 75 aniversario de la corporación estipulara entonces el Presidente agrupacional, Jesús Saborido.

Veintisiete años y un día después, el protagonista del Vía Crucis, el Señor de Humildad y Paciencia, salió de forma recogida de San Julián a los sones de ‘Cristus Factus Est’ interpretados por la capilla musical ‘Caeli’ y un cortejo iniciado con la cruz guía de la Agrupación flanqueada por dos faroles portados por hermanos de la hermandad de Humildad y Paciencia. Le acompañaban un nutrido cortejo de luz entre hermanos y representantes de las cofradías agrupadas que alcanzaba casi los doscientos cirios. Pablo Atencia presidía este su último Vía Crucis al cargo de la entidad agrupacional junto con el delegado de hermandades Salvador Guerrero y el hermano mayor de la hermandad de Humildad y Paciencia, Antonio Ríos. Entre los hermanos distinguidos, Luis Merino, reciente medalla de oro de la Agrupación y el autor de la imagen procesional, José María Ruiz Montes, quien acompañó al Señor desde el inicio hasta su encierro.

Si habitualmente la cita del Vía Crucis que abre los actos cuaresmales congrega mucho público en el centro de la ciudad, este viernes, a pesar del frío que ha dejado pequeñas nevadas en cotas bajas de la provincia, no ha sido menos. Público que acompañó en todo momento al Señor de la Humildad y Paciencia no sólo en el camino de ida hacia la Catedral si no también a su regreso desde hasta su barrio de Cruz de Humilladero.

Por el entorno más corto y estrecho, la procesión se fue acercando a la Catedral en las andas realizadas y diseñadas por Alberto Berdugo y Francisco Navarro, hermanos ambos de la cofradía, en las que la disposición de la figura nos dejó la imagen de un pequeño Gólgota con los lirios morados con espinos que lo adornaban, un cáliz, un túnica bordada por Joaquín Salcedo en color Corinto y la tabla del INRI. Las andas además portaban en el frontal un ostensorio de la hermandad de Nuestra Señora del Carmen de El Perchel, en clara alusión al carácter carmelita de la hermandad y el Señor iba iluminado con los cuatros faroles que la hermandad del Descendimiento les prestó para la ocasión.

El Señor de Humildad y Paciencia a quien ya habíamos podido contemplar en la calle el pasado miércoles para el traslado hasta la iglesia de San Julián, lució potencias que fueron bendecidas por el Papa Francisco el pasado mes de septiembre y que también lució en su bendición, diseñadas por Fernando Prini y ejecutadas por Orfebrería Montenegro. La maravillosa obra de Ruiz Montes dejó impresionados a muchos malagueños por la cantidad de detalles como la salamandra enroscándose en la calavera sobre la que el Señor tiene apoyado el pie derecho, la piedra del monte Gólgota que tiene a sus pies en un relicario pero sobre todo por la dulzura de este Varón de Dolores que representa una iconografía clásica en el mundo del arte desde que Durero lo imaginara.

A las ocho y veinte de la noche, el Señor de Humildad  y Paciencia dejó atrás el patio de los naranjos y sobrepasó el dintel de la S.I.C.B. donde fue recibido por el Obispo de la Diócesis, Monseñor Jesús Catalá junto al Deán de la Catedral José Manuel Ferrary. Tras una breve intervención musical realizada por la Escolanía ‘Pueri Cantores’ comenzó el rezo de las estaciones del Vía Crucis cuyo texto ha sido realizado ‘ex profeso’ para la hermandad por su director espiritual, Ángel Antonio Chacón. Durante las estaciones han participado además el coro de la Catedral y Antonio del Pino como primer organista que interpretó cinco piezas con desde el gregoriano a obras de compositores de la propia catedral o del maestro de la Catedral de Roma, Marco Frisina.

El Señor de Humildad y Paciencia salía de la Catedral en torno a las diez menos diez de la noche a los sones de ‘Requiem’ y ‘Cristo del Amor’ de Alberto Escámez, interpretado por la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Carmen que le acompañó musicalmente hasta su encierro. Conjugando silencio y música, los tres turnos de hombres y mujeres de trono la hermandad inició su vuelta al barrio recuperando calles céntricas que conforman nuevos pasos y discurrir como las calles de Salinas o Herrería del Rey, evitando pasar por Uncibay y todas su terrazas, y volviendo a marcar diferencias, como el lateral Sur de la Alameda o la esquina donde se encuentra la placa a García Caparrós.

La próxima vez que veamos al Señor de Humildad y Paciencia en la calle, será a la luz del sol, del Domingo de Ramos.

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