Cambio constante de unidades y servicios, realizar el trabajo de dos o tres personas, obligación de doblar turnos, incorporación inmediata en los días libres… son algunas de las precarias e inaceptables condiciones que sufren en verano
La “grave precariedad” que sufren las enfermeras y los enfermeros contratados de manera temporal este verano pone en jaque a la Sanidad y sus profesionales. Así lo denuncia el Sindicato de Enfermería, SATSE, que critica el cambio constante de unidades y servicios, la sobrecarga en el trabajo o la obligación de doblar turnos que protagonizan el día a día de estos profesionales.
Tras analizar la situación en las comunidades autónomas, el sindicato afirma que la situación laboral de las enfermeras y enfermeros que son contratados para los meses de verano va “de mal en peor”. Entre otros problemas, este personal se enfrenta a cambios contantes de servicios y unidades. “Sin previo aviso, por ejemplo, les dicen que tienen que trabajar en Pediatría y al siguiente día en Traumatología o, incluso, en un mismo día, también pueden ser cambiados de unidades y servicios”, asegura.
Por su parte, los profesionales contratados en Atención Primaria pueden trabajar un día en un centro de salud de una localidad y otro día en un centro de salud de otro municipio, “teniendo que abonar ellos con su dinero los costes del desplazamiento”.
De igual manera, apunta SATSE, “al no sustituirse la totalidad de los profesionales que se van de vacaciones, tienen que hacer el trabajo de dos y tres personas y, debido a la falta de personal y por necesidades del servicio, pueden ser obligados a doblar turnos”. “Es decir, aunque hayan trabajado por la tarde, se tienen que quedar a trabajar por la noche también”, denuncia.
Con el mismo argumento, el de la falta de personal y por necesidades del servicio, las enfermeras y enfermeros contratados en verano, continúa el sindicato, tienen que incorporarse de manera inmediata al trabajo en los días que están librando. “Les llaman sin previo aviso y tienen que acudir al centro de manera urgente”, añade.
Otro problema al que se enfrentan es que no conocen con antelación sus turnos de trabajo y se puede dar la circunstancia de que un día les puede tocar trabajar por la mañana, otro por la tarde y otro por la noche en hospitales donde pueden llegar a tener que atender a 20 y 25 personas. En el caso de los centros de salud, puede tener asignadas hasta 2.000 y 2.500 personas y en las residencias de mayores, hasta 200 personas.
Las principales consecuencias de estas precarias condiciones laborales son, en el caso del profesional, “más estrés, sufrir el síndrome del profesional quemado, cansancio, desgaste físico, psicológico y emocional, y otros problemas, como nerviosismo, ansiedad, temor o angustia y alteraciones del apetito o del sueño, además de una clara imposibilidad de conciliar su vida laboral con la personal y familiar”.
Además, para el paciente esta precariedad laboral “conlleva una peor atención, falta de una óptima seguridad asistencial, más esperas y mayores posibilidades de complicaciones, riesgos, reingresos y reintervenciones”, destacan desde la organización sindical.