La Casa Blanca ha aclarado este martes que no hay «ningún indicio» que apunte a que los tres objetos voladores derribados el pasado fin de semana en Estados Unidos y Canadá tuviesen origen chino o estuvieran destinados a recabar información de Inteligencia, en contraste con el caso del primer globo.
El portavoz de seguridad nacional de la Presidencia estadounidense, John Kirby, ha desvinculado en principio a Pekín de estos últimos objetivos, a falta eso sí de analizar los restos de los artefactos. «No se puede decir de manera definitiva», ha aclarado en declaraciones a los medios.
Precisamente esta tarea de recogida de restos se antoja complicada, ya que algunos de ellos habrían caído en zonas de difícil acceso. Sin embargo, Kirby ha preferido no especular con la posibilidad de que nunca lleguen a recuperarse y ha defendido que las autoridades están haciendo «todo lo que pueden» para localizarlos.
De estas pesquisas depende determinar el origen de los objetos y su cometido, ya que Washington sí que identificó como chino un primer globo derribado sobre el océano Atlántico tras cruzarse todo el continente. Pekín confirmó que era suyo, pero alegó que sólo tenía fines científicos y no de espionaje.
El Gobierno de China, en cambio, ha devuelto las acusaciones y ha asegurado que globos de Estados Unidos han violado en más de una decena de ocasiones en el último año el espacio aéreo del gigante asiático, un extremo que las autoridades norteamericanas han negado de plano.