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El cambio climático hace que el campo español pierda valor de producción

El cambio climático ya pasa factura al campo español: cada año se pierde el seis por ciento del valor de la producción, más de 550 millones de euros. Así se desprende del primer gran estudio divulgativo en torno a la evolución del clima y sus impactos en olivares, viñedos, campos de cereal y dehesas, elaborado por COAG y presentado este miércoles en Jaén.

Bajo el título ‘Empieza la cuenta atrás. Impactos del cambio climático en la agricultura española’, el responsable del Departamento de Riesgos Agrarios de COAG y autor del estudio, Pablo Resco, ha informado de los resultados más relevantes de sus años de investigación en torno a la literatura científica ligada a los efectos en el campo español del calentamiento del planeta.

Una subida media de las temperaturas de 2ºC hasta 2050 incrementaría de forma exponencial el importe de la «factura climática»: reduciría un 20% de la superficie de viñedo de alta calidad en España, un 15 por ciento los rendimiento en trigo en el centro y sur peninsular, según ha informado la organización agraria.

REDUCCIÓN DE RENDIMIENTO EN EL OLIVAR

En el caso del olivar, el cambio climático reduciría un 80% la superficie apta para el cultivo del olivar en Andalucía en variedades de secano como hojiblanca y manzanilla. Únicamente la variedad picual podría mantener los rendimientos en secano en las zonas interiores de cultivo.

No obstante, en un escenario de subida de 2,5ºC, el aumento de temperaturas esta variedad reduciría los rendimientos en todas las zonas productoras: -83% en Sevilla, -72% en Cádiz, -41% en Córdoba; -16% en Jaén y -5,7% en Granada.

En general, el calentamiento global se traduciría en un aumento de la evapotranspiración y en un descenso de las precipitaciones, lo que contribuiría a un aumento del déficit hídrico, especialmente durante el verano, hasta valores que podrían superar los límites tolerados por los olivos. Esto sólo sería parcialmente compensado por los efectos positivos del incremento de la concentración de CO2.

El cambio climático puede manifestarse también en forma de un aumento del número e intensidad de pedriscos o de lluvias intensas. Estas últimas podrían incrementar la erosión en los suelos de olivar, un cultivo especialmente vulnerable a este proceso debido a su distribución en zonas con altas pendientes.

En cuanto a la calidad, el aumento de las temperaturas podría acelerar ciclos y obligar a realizar cosechas tempranas, aunque con niveles de madurez más bajos que los actuales. Un estrés hídrico moderado podría tener un efecto beneficioso en la calidad del aceite, aunque si se superasen ciertos niveles, se podría producir una disminución del contenido en ácido oleico y aromas y un aumento excesivo del amargor, además de reducir el tamaño del fruto y su contenido en aceite.

Por último, el calentamiento del clima también podría aumentar el área de distribución de la mosca del olivo y de algunas subespecies de Xylella hacia el norte, aunque al mismo tiempo podrían disminuir los daños en las zonas más cálidas donde los veranos son más calurosos. No obstante, al suavizarse las temperaturas invernales en estas zonas, podrían aumentar los ataques de otros insectos como los de algunas especies de polilla del olivo.

ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN

El secretario general de COAG a nivel nacional, Miguel Padilla, ha señalado que, «aunque algunos de estos efectos ya sean visibles, entender las consecuencias de los riesgos climáticos es la base para desarrollar estrategias de prevención del cambio climático y protección del mundo agrícola, a base de financiación y políticas regionales, nacionales y comunitarias».

«Tomar acción hoy de forma urgente con el objetivo de mantener el calentamiento por debajo de los 1.5º C es más eficiente y menos costoso. La prevención del cambio climático, por tanto, no sólo nos ayudará a proteger nuestra agricultura y economía, sino que también hará que un eterno verano no seque nuestra gastronomía, tradiciones, cultura e identidad», ha apuntado.

En ese sentido, el autor del estudio ha subrayado que, «aunque existen medidas de adaptación que podrían amortiguar parte del impacto, tienen una capacidad limitada que podría verse sobrepasada si no hay una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global y en todos los sectores».

Asimismo, Pablo Resco ha adelantado que los seguros agrarios, una de las piezas claves de la política agraria en España, podrían tener dificultades para ofrecer una cobertura asequible por el incremento del riesgo. «Aspecto que se ha evidenciado en las dos últimas campañas ante la magnitud de los fenómenos climáticos adversos y extremos que han afectado a nuestra agricultura», ha añadido.

La presentación del estudio ha contado también con el secretario general de COAG en Jaén, Juan Luís Ávila; la subdelegada del Gobierno, Catalina Madueño, el diputado de Agricultura, Ganadería, Medio Ambiente y Cambio Climático, Pedro Bruno, y la concejala de Agricultura del Ayuntamiento jiennense, Carmen Angulo. La delegada territorial de Agricultura, Ganadería y Pesca, Soledad Aranda, ha sido la encargada de cerrar el acto.

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