El terapeuta acusado de matar a un amigo al que también le compraba estupefacientes en su casa de El Ejido (Almería) ha asegurado este jueves que él no tuvo intención de matarlo sino que únicamente trató de «defenderse» después de que este le atacara con un cuchillo de cocina que le arrebató y con el que le golpeó en la cabeza, de forma que se marchó de la vivienda sin saber si la víctima estaba viva, según su versión.
«Cuando le clavé el cuchillo se giró y se apoyó en la mesa donde yo tenía mis cosas. Las agarré, abrí la puerta de la casa con llave y la cerré con llave», ha explicado el acusado durante su declaración en el juicio con jurado en la Audiencia Provincial, el que la Fiscalía pide para él 13 años de prisión por un delito de homicidio junto con otro leve de hurto, ya que en su marcha se llevó también el teléfono del fallecido.
El acusado ha reconocido que él compraba sustancias estupefacientes a la víctima, con la que trabó una relación d mistad con el paso del tiempo por lo que en ocasiones salían juntos a comer. Asimismo, ha apuntado que solía frecuentar su vivienda pese a que vivía en Aguadulce ya que, en ese tiempo, era consumidor de drogas pese a tratar de sus adiciones, por su profesión, a personas drogodependientes.
Así, ha indicado que la mañana del 12 de julio de 2021 acudió a la casa de la víctima para comprar estupefacientes y abonarle parte del dinero que le debía, de modo que llegó a la vivienda mientras fumaba un cigarrillo y pasó directamente a la cocina, donde la víctima le recibió «ofuscado», según ha descrito.
«Empezó a decir cosas que no entendía, que le habían quitado algo y que estaba hasta los huevos», ha narrado el acusado, quien ha explicado que acto seguido la víctima «cogió un cuchillo de la encimera» y trató de atacarle «en el pecho», por lo que él mismo cogió el arma «con las dos manos» y «toda la fuerza» que tenía mientras le pedía que parara.
La situación, según la versión del acusado, dio lugar a un «forcejeo» durante el cual fue herido en el tronco y se hizo cortes en las manos. «No sabía lo que estaba pasando y sentía que me iba a matar», ha detallado el acusado para precisar que, en una segunda embestida, consiguió «quitarle el cuchillo» al tiempo que lo habría «agarrado por el cuello».
«Yo lo único que pensaba era salir de allí. Y lo único que hice entonces fue darle con el cuchillo así en la cara», ha manifestado con gestos ante el tribunal durante su declaración en la que la fiscal ha apreciado ciertas contradicciones con la versión dada por el acusado en instrucción en relación a los lugares a los que se dirigieron los ataques y el objeto empleado en la agresión.
UN MIEDO «INSUPERABLE»
El acusado, quien ha achacado su falta de memoria en algunos aspectos la «situación crítica» por la que pasó un miedo «insuperable», ha reconocido que tras la detención que se practicó semanas después no pudo determinar el arma empleada en el ataque, dado que «pensaba que era cualquier cosa, un destornillador» en base a los cortes que presentaba en la mano y que, ante los agentes, aseguró que se había hecho «con un alambre» en el cortijo de su padre.
Del mismo modo, ha explicado que cuando se marchó de la vivienda, cogió recogió en una mochila varias pertenencias que había dejado sobre la mesa de la cocina y las llaves de la vivienda, con las que abrió la puerta y luego cerró por fuera para que la víctima «no le siguiera». Según su versión, en el momento en el que arrambló con sus cosas, se llevó también, sin pretenderlo, el teléfono de su amigo.
El terapeuta ha dicho que todo pasó en cuestión de «minutos» y ha achacado al tiempo que permaneció en su coche, mientras se tranquilizaba, las horas que según la investigación policial en base a la posición de los teléfonos móviles habría pasado en el interior de la vivienda.
Acto seguido, según ha explicado, condujo hasta el barrio de Las 200 Viviendas de Roquetas de Mar donde residía un conocido que regentaba un punto de drogas, a quien le entregó el teléfono móvil de la víctima y en cuya casa dejó las llaves de la vivienda de El Ejido. «Le dije que lo guardara y que metiera su tarjeta en el móvil», ha explicado para detallar que su amigo era «una persona muy consumidora» a la que «llevaba cosas» y que solo poseía «una tarjeta SIM».
El acusado ha admitido que no pensó en devolver el teléfono a la víctima ni en llamar a emergencias para que acudieran a socorrerlo porque tampoco pensó que podría estar muerta, así como tampoco acudió a urgencias a tratarse las heridas de las manos pese a sufrir cortes «profundos».
«No se lo conté a nadie porque no tenía a quién», ha justificado antes de asegurar que pasó una semana hasta que supo que la víctima había fallecido, pese a que estuvo por las inmediaciones de su vivienda para tratar a otros pacientes con los que pasaba terapia a domicilio. «Me asusté, se me cayó el mundo encima», ha manifestado pese a que, incluso en ese momento, asegura que dudó de que él hubiera provocado su muerte.
El acusado ha reconocido anteriores detenciones por presuntos delitos de robo a otros conocidos, toda vez que asegura que dio su ADN para esclarecer la investigación cuando se lo pidieron en el juzgado, donde confesó una «pelea» pero no el crimen, ha aclarado.
El juicio tiene previsto continuar este viernes con la declaración de los testigos, que también declararán el próximo lunes antes de dar paso a la prueba pericial.