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El viaje a ninguna parte, el éxodo ucraniano

Un nuevo éxodo trágico y cruel, la pesadilla de la guerra cíclica en Europa ha vuelto increíblemente, los cuatro jinetes del Apocalipsis campan por la estepa ucraniana, destruyendo vidas, sueños, fantasías y futuros hoy esfumados y reconvertidos en dolor intenso y odio por esta sinrazón.

Esta es la fotografía diaria, cruel e injusta de una agresión militar a un país soberano, condenada en la lejana y tranquila Manhattan por una inmensa mayoría de países de una atada ONU en una histórica Asamblea General, donde solamente cuatro parias vasallos del invasor la apoyan, y sin embargo resolución sin reflejo en una intervención defensiva real, papeles contra misiles.

Sin embargo, Ucrania no está del todo sola, cuenta con las impresionantes muestras de solidaridad de millones de ciudadanos del mundo libre, sean desde las redes sociales o en manifestaciones masivas, ya sean voluntarios volcados con la recogida de material de superviviencia y alimentos en conservas entregados por ciudadanos anónimos, o en los pasos fronterizos de Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía o Moldavia acogiendo a las familias.

Incomprensión, no me sale otro sentimiento después de ver en los medios esas escenas tan dramáticas con niños sufriendo constantemente que no saben porqué han tenido que abandonar sus hogares, amigos, familias, colegios, rutinas, … un mundo en ruinas ha surgido tras descorrerse el telón de esta dramática obra que ojalá fuera de teatro, pero no, en este primer acto ya es una realidad trágica, una realidad en la que los padres pierden a sus hijos de forma absurda en bombardeos indiscriminados, porque no se respetan ni a los civiles, familias apiñadas en sótanos polvorientos a refugio de las explosiones, andenes y carreteras repletas de almas errantes con las miradas perdidas y rostros desencajados, son familias rotas por la maldita guerra, el hundimiento de una civilización.

Putin asola la tierra, al igual que hizo a mediados del siglo V Atila el caudillo de los hunos, quien con el paso de su caballería se decía que no dejaba crecer la hierba de las praderas europeas, provocando con el terror desplazamientos masivos de otros pueblos en un efecto dominó presionando los limes de un Imperio Romano decadente y desbordado ante esa imparable avalancha en sus fronteras por los godos y demás pueblos de origen germánico, originando subsecuentemente el desenlace final de aquella civilización.

Recordando la historia más reciente y de la que pareció que aprendimos ilusamente para que no volvieran jamás, los forzados desplazamientos de más de 12 millones de alemanes tras la Segunda Guerra Mundial, huyendo de soviéticos, polacos y checos que se ensañaban en inocentes civiles buscando venganza. Sin embargo, cuando creíamos extinguida esa lacra involutiva el terror regresó, provocando el desplazamiento de un millón largo de refugiados de la guerra surgida tras la desmembración de Yugoslavia entre 1991 y 1995, reanudada en los años siguientes en Kosovo y Macedonia con cerca de otros 800.000. Y ya en este asombroso siglo XXI desde 2011, los refugiados de la inconclusa guerra civil en Siria con más de un millón de desplazados en Europa.

Según la Agencia para Refugiados de la ONU se estima que el éxodo puede superar los 4 millones de refugiados, ya han abandonado su país según las últimas cifras oficiales más de 1.200.000 solo en esta primera semana, la mitad llegados a Polonia,

seguida muy por detrás de Hungría, Moldavia, Eslovaquia, Rumanía y demás países de la Unión Europea, institución que en este aspecto hay que ovacionar por haber aprobado unánimemente y activado ya una Directiva de protección a los refugiados, acogiéndolos incondicionalmente durante un año extensible a tres con derecho a residir, trabajar, estudiar y recibir asistencia médica y social.

Sin embargo, nada es suficiente para consolar estas desestructuradas familias, cuyos varones entre 18 y 60 años permanecen resistiendo con lo que tienen a la agresión paranoica de un psicópata capaz de ordenar sin conciencia alguna hasta el ataque contra la mayor central nuclear europea en Energodar, a punto de originar un nuevo desastre radioactivo como el de 1986 en Chernóbil.

Guerra sin cuartel de las tropas rusas donde ni los corredores humanitarios se han podido habilitar para permitir la salida de civiles de las asediadas Mariúpol y Volnovaja carentes ya de los suministro de agua y luz. Pero Ucrania resiste a pesar de todo, el enemigo se ha estancado en frentes como el de Kiev y Kharkov, y se resiste en el Donbás y en Chernigov, por doquier se intenta lo imposible, una epopeya liderada por el presidente Zelenski convertido en un héroe para el mundo libre.

 

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