La larga historia de un partido, como es la del Partido Popular, que viene prestando relevantes servicios a España con el esfuerzo, el tesón y la generosidad de millones de votantes y simpatizantes y miles de cargos públicos honestos y leales, no puede verse mancillada por una infantil esperpéntica lucha interna de poder, por parte de quienes tienen la obligación de administrar, con lealtad y sentido de la responsabilidad, la confianza que en ellos han depositado los militantes cuando los eligieron para capitanear el barco hacia la gobernabilidad de nuestra Nación.
Esta semana `pasada hemos dejado aparcada la pandemia que nos permite ya respirar sin mascarilla, la sequía que desertiza pantanos, tierras y arroyos o la cada vez más asfixiante inflación o subida de precios que cada día nos empobrece más y nos endeuda peligrosamente. Estos días la noticia más relevante, es sin duda, el terremoto político de grado 10 en la escala de Richter que ha sacudido el emblemático edificio del Partido Popular en la calle Génova.
El seísmo es de tal magnitud, que los firmes cimientos en los que se asentaba desde la refundación del centro derecha hace ya más de treinta años, pueden verse tan seriamente afectados que si los bomberos no lo apuntalan urgentemente, su derrumbe será inevitable.
Sin duda, los actuales barones o presidentes autonómicos, son los llamados en las actuales circunstancias a revestirse de los correspondientes trajes ignífugos, apagar los focos de los incendios que ha provocado el terremoto y desalojar las plantas, para apuntalarlas después una a una.
En los largos años que he servido a España desde el Partido Popular en responsabilidades locales, nacionales e internacionales, nunca había conocido semejante torpeza, ineptitud y mala fe en unos dirigentes como están demostrando tener los actuales para afrontar la gestión de una crisis interna, convirtiéndola en un lamentable espectáculo público que no se merecen nuestros votantes ni militantes.
Trasladar el enfrentamiento entre el presidente Casado y la presidenta Ayuso a un medio de comunicación nacional, como es la Cope, entre graves acusaciones de una y otra parte, además de representar una dramática y triste parodia es la negación de la templanza e inteligencia que corresponde tener y demostrar a todo dirigente político en momentos de una grave crisis como la que está padeciendo la organización.
No es la primera vez que el partido popular, ha sido sometido a una fuerte tensión interna como consecuencia de diferencias entre sus dirigentes y cargos públicos a todos los niveles, pero dejar traslucir públicamente los peores sentimientos personales, es una grave irresponsabilidad y un pésimo ejemplo para la sociedad que dicen representar.
Como bien ha dicho el Presidente de la Xunta Núñez Feijóo: “Sería muy malo dejar este asunto abierto durante meses y tener que resolverlo en un congreso del PP, debemos encauzarlo de forma urgente”. Hágase Presidente.
Por Jorge Hernández Mollar.