«Ya hay un español que quiere/vivir y a vivir empieza,/ entre una España que muere/ y otra que bosteza…», estos versos del poeta Antonio Machado a quien el corazón se le helaba entre las dos Españas, encierran mucha melancolía y preocupación ante el desgarro de una nación que se agitaba entre la agonía de su muerte y la fatiga de sus luchas y disputas.
¿ Difiere la España de hoy de la que Machado se lamentaba en sus angustiados versos? ¿ vamos a quedarnos impasibles ante quienes se ufanan de querer romper y separarse de España y al mismo tiempo, deciden su destino con quienes anteponen el oropel de sus vanidades e intereses al bienestar y sosiego de los españoles? ¿vamos a permanecer en silencio ante quienes persiguen horadar los fundamentos de la familia, inventando artificiosos sucedáneos de ella para desmontar los cimientos de nuestra milenaria sociedad? ¿vamos a asistir, como simple espectadores, al desmantelamiento de nuestro Estado de Derecho?
Estas y otras preguntas que podríamos hacernos, nos obligan a reaccionar ante quienes con total impunidad insultan a jueces, desprecian al Rey, manipulan la educación de nuestros hijos, levantan fronteras idiomáticas o disponen de nuestros impuestos para fomentar ideologías que socavan nuestras libertades. A esto se añade el acoso a nuestro modelo constitucional y democrático que con tanto esfuerzo personal y colectivo de todos los españoles, hemos conseguido consolidar.
Desde la Hispania romana hasta la España de la Constitución de 1978, nuestra historia está repleta de grandes invasiones, guerras, conquistas y heroicas gestas que han forjado una nación una veces temida y otras admirada en el mundo. Nada sería más necesario que las nuevas generaciones se concienciaran con su estudio y conocimiento, como primer paso para dar respuesta a tantos interrogantes sobre la actual deriva de nuestra nación. “La nación es bastante apta para las armas, pero desordenada, de suerte que sólo puede hacer con ella grandes cosas el que sepa mantenerla unida y en orden”. Son palabras de Fernando el Católico que no dejan de tener un cierto sentido profético para la España de hoy.
Estamos a punto de terminar uno de los años más conflictivos de los últimos tiempos. No estaría de más que cada de uno de nosotros reflexionara a cerca de qué España es la que quiere elegir para sí mismo y para nuestras futuras generaciones: ¿la España que emprende y trabaja o la que vive del presupuesto y subsidio? ¿la España que lee y piensa o la del Tik Tok y las pantallas? ¿la España culta, divertida e ingeniosa o la mal educada, vulgar y zafia? ¿la España que dialoga, debate y respeta o la intolerante, imperativa y que desprecia?
Como bien señala Chesterton “las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente, sólo algo vivo puede ir contracorriente”. No dejemos que la corriente arrastre nuestra libertad.