La derrota en La Rosaleda ante el Amorebieta escoció como nunca en el malaguismo. Casi 20.000 almas volvieron a apoyar a sus jugadores, pero estos les decepcionaron con su rendimiento y, peor aún, con una falta de actitud que ya se repitió en la jornada anterior frente al Burgos. Las críticas han llegado en un vestuario tocado por haber visto profanado su templo.
Hasta ahora, se mantenía cierto equilibrio ganando en casa aunque no se lograse vencer a domicilio. Pero ahora, sin colchón ya, sin esa justificación, llega la obligación de hacer desaparecer el 0 en el casillero de triunfos como visitante. Aunque no sea, precisamente, el próximo, el escenario ideal.
El Málaga visitará este sábado al Eibar en Ipurúa. Será a partir de las 20.30 horas cuando afronten un duelo ante los tolosarras, quienes también han hecho de su campo un muro difícil de batir. De los 9 encuentros que han jugado allí sólo han dejado escapar un empate y una derrota. El resto, 7 victorias para un total de 22 puntos, uno menos que los blanquiazules como locales.
Se trata, pues, de poner el parche en el globo que se ha pinchado con la primera derrota en La Rosaleda y que urge reparar cuanto antes.