La cadena alimentaria afronta un fin de año en una situación de máxima tensión en los diferentes eslabones que la componen. El contexto inflacionario, marcado por el encarecimiento constante de la energía y las materias primas, ha arrastrado al conjunto del sector a una espiral de subidas de precios que hoy forma parte del debate político, y que no tiene visos de revertirse en los próximos meses, en la medida que la situación energética puede seguir empeorando con la llegada del otoño.
Los datos y las perspectivas del sector tampoco invitan a ello. A falta de conocer el dato de agosto, el IPC alimentario encadenaba entre abril y julio cuatro meses consecutivos creciendo a dobles dígitos en la comparativa anual, y por encima del dato general. Aunque la alimentación tardó, comparado con otros sectores, en trasladar los incrementos de costes, la tendencia de los últimos meses es creciente, y un corte en seco de la misma no está sobre el escenario.
“El incremento de los precios de los alimentos está directamente relacionado con el escenario inflacionista que estamos viviendo y el incremento de los precios de las materias primas, la energía o el transporte”, explica Aecoc, asociación que representa a fabricantes de gran consumo y parte de la distribución. “El futuro del precio de los alimentos dependerá claramente de la evolución de estos indicadores”, añade. Por lo pronto, agosto fue el mes con la electricidad más cara de la historia en España, pese a estar en funcionamiento el tope al gas. El reciente corte de suministro de gas ruso a través del gasoducto Nordstream ha alimentado más la incertidumbre sobre cómo Europa pasará el próximo invierno y sobre las perspectivas económicas.
“Si los precios de las materias primas y la energía se mantienen en la misma tendencia fuertemente alcista, y teniendo en cuenta los efectos de la sequía y su impacto en unas menores producciones, la lógica indica que lo precios continuarán al alza”, avisa Gabriel Trenzado, director general de Cooperativas Agroalimentarias de España.
Este reconoce que “la relación entre los eslabones en la cadena está tensionados porque todos se mueven en la incertidumbre”. En el caso del sector primario, por la volatilidad del coste de las materias primas, de la energía o de las propias condiciones meteorológica. Trenzado analiza que, la situación actual de subidas generalizadas de costes, los eslabones superiores de la cadena ya no pueden imputarlos “al más débil, generalmente al productor, para mantener unos precios estables al consumidor final. La situación actual hace difícil seguir con los mismos comportamientos en muchos operadores porque nos movemos en un escenario de escasez o reducción productiva y altos costes, lo que nos lleva a tensionar todas las relaciones”.
Por su parte, Aecoc defiende también que el gran consumo “lleva meses ajustando sus márgenes para no repercutir totalmente al consumidor” una subida de costes “que no habíamos visto en décadas”. En Anged, patronal de El Corte Inglés o Carrefour, entre otros, insisten en señalar que el encarecimiento de “energía, combustibles y materias primas” explican el “comportamiento anormal” de la inflación y el impacto sobre la cadena alimentaria.
Todo ello con el debate político abierto. Las patronales de la distribución se reúnen hoy con la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, para consensuar medidas que permitan el acceso de los consumidores a una alimentación asequible. Carrefour se adelantó con su cesta de 30 productos a 30 euros. Pero las propuestas generales del sector no van en esa línea. Asedas, la principal patronal de supermercados, ha insistido en rebajas del IVA a los alimentos básicos. En Aecoc consideran que esta medida, que se mantendría mientras dure el escenario actual, “permitirá aliviar parte de los efectos de la inflación”, y que la subida de precios está generando a Hacienda una “cuantiosa recaudación extra”.
Anged defiende que se considere electrointensivo al sector de la distribución, que se omplsen ayudas para la eficiencia energéticas, y revisar los costes regulatorios, junto a una “fiscalidad favorable para empresas y consumidores”.