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Las mascarillas también pueden reducir la gravedad del COVID-19 si hay contagio llevándola puesta

Investigadores de la Universidad McMaster (Canadá) que estudian la dinámica de la transmisión de enfermedades infecciosas han investigado las consecuencias beneficiosas del uso de mascarillas.

Para el estudio, los investigadores desarrollaron un modelo para investigar la variolización, una forma incidental pero potencialmente beneficiosa de inmunización que se consigue inhalando dosis más pequeñas del virus que las que se inhalarían sin mascarilla.

En el siglo XVIII se utilizó deliberadamente una forma de variolación para controlar la viruela. Consistía en infectar a un individuo sano con pequeñas dosis del virus vivo extraído de una costra o pústula seca de una persona infectada por la viruela. Los individuos variolados solían padecer una enfermedad mucho menos grave que los infectados de forma natural, pero sin embargo eran inmunes a nuevas infecciones.

Al principio de la pandemia COVID-19, se sugirió que las personas infectadas mientras llevaban máscara podrían experimentar una enfermedad leve y podrían considerarse «varioladas».

El nuevo modelo matemático permite a los investigadores estimar el impacto potencial de este efecto en el conjunto de la población. «Si el efecto de variolación es fuerte, el número de casos graves, y en consecuencia la presión sobre los sistemas sanitarios, podría reducirse sustancialmente si la mayoría de la gente lleva mascarillas, aunque éstas no impidan que se infecten», afirma el autor principal, David Earn.

El modelo sugiere que una política eficaz de llevar mascarilla podría frenar drásticamente la propagación de la COVID-19, reducir la magnitud del pico pandémico «aplanando la curva» y disminuir la prevalencia de los casos graves a partir de ese momento.

«Nuestras conclusiones cualitativas indican que el valor del enmascaramiento está infravalorado en el contexto de la salud pública, especialmente en la transición de la COVID-19 de pandémico a endémico, y que deberíamos pensárnoslo dos veces antes de deshacernos de los mandatos de enmascaramiento», afirma Zachary Levine, autor principal del estudio.

Los resultados de esta investigación son potencialmente aplicables a cualquier infección respiratoria que se transmita por inhalación de partículas infecciosas. En el caso de futuras variantes del virus de la COVID-19 u otras enfermedades infecciosas, el modelo puede utilizarse para estudiar cómo el aumento de la proporción de casos leves afecta a la dinámica general de propagación de la enfermedad.

«Si llevar una mascarilla te protege a ti además de a los que están en la habitación que te rodea, también podría tener repercusiones importantes para todos los que no estén en la habitación», remacha Levine.

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