‘Las Meninas’, 40 años después del «pifostio» de su restauración con un conservador extranjero. El Museo del Prado ha celebrado este lunes 13 de mayo unas jornadas con motivo del 40 aniversario de la restauración de ‘Las Meninas’ de Velázquez que ejecutó el por entonces jefe departamento de restauración del Metropolitan Museum de Nueva York, John Brealey, y que generó polémica por su condición de extranjero.
«Se montó un pifostio y la dirección lo pasó fatal», ha recordado en un vídeo una de las conservadoras del Prado que participó en este proceso, Alicia Quintana. Esa convulsión también ha sido recordada por el entonces ministro de Cultura y hoy presidente del Patronato del Prado, Javier Solana, o el coordinador jefe de Restauración y Documentación técnica del museo, Enrique Quintana, en una mesa redonda celebrada en el Prado.
‘Las Meninas’, 40 años después del «pifostio» de su restauración con un conservador extranjero
El 14 de mayo de 1984, John Brealey comenzaba la limpieza de un cuadro tras haber sido elegido para un trabajo que el Prado deseaba años empezar a acometer. El hecho de tener que acudir a un experto de fuera del entorno de la pinacoteca generó críticas e incluso varias protestas en el museo.
De hecho, el propio Quintana ha recordado un episodio ocurrido mientras Brealey estaba trabajando en la restauración, cuando un grupo de estudiantes entró en el museo para «protestar por ese atentado». «Ellos consideraban que se estaba destrozando un tesoro español a manos de un americano», ha comentado con humor.
Brealey, que no dominaba la lengua española, se «asustó» porque creía que «lo iban a linchar» y tuvo que salir corriendo por una de las puertas que la sala de la obra tenía por aquel entonces. «Fueron tiempos complicados y emocionantes: además, cuando terminó el trabajo pasó lo contrario, que quería besarlo por la calle», ha continuado en este mismo tono.
Tras 23 días de trabajo, la primera fase de la restauración de esta «obra maestra» se dio por concluida, y se expuso en la rotonda de Ariadna (sala 74) ante unas telas, que hacían las veces de cortinas recogidas, con paneles explicativos y fotografías de la radiografía del cuadro.
No obstante, Brealey continuaría al menos unos meses más con su labor regresando a España para aplicar en spray el ultimo barniz al cuadro. Solana ha celebrado con la perspectiva la decisión que tomó junto al director del museo, Alfonso Pérez Sánchez, de traer «al mejor médico del mundo para curar a un enfermo grave».
ALBERTI BUERO VALLEJO, «SIN VOZ»
«Cuando veo con perspectiva el debate que se formó sobre si era español o no el conservador que iba a trabajar en ‘Las Meninas’…Éramos conscientes de lo que había que hacer, pero es que además estábamos bien aconsejados», ha apuntado Solana, quien además apunta a cómo en aquella época el museo era prácticamente una dirección general de Cultura y no contaba con la autonomía actual.
Pese a la presión, Solana continuó con el plan trazado y considera que el resultado fue de «una belleza extraordinaria». Antes de la exhibición pública, ha desvelado que pidió a dos personas que observaran el cuadro tras el trabajo, Rafael Alberti y Buero Vallejo, quienes salieron de ver la obra «sin voz que les llegase a la garganta».
«Fue un magnífico trabajo y toda aquella crítica se diluye hoy viendo el cuadro en su sala», ha remarcado Quintana, recordando que «las malas restauraciones con el tiempo siguen siendo malas y, las buenas, buenas». «Se mantiene la transparencia, el espacio y la vida de los personajes que les dio Velázquez», ha añadido.
UNA LABOR SIN REMUNERACIÓN
La labor de Brealey no fue remunerada con dinero y los gastos del viaje y su estancia en Madrid fueron costeados por un donante anónimo. No obstante, Quintana ha defendido que este primer trabajo fue el inicio de una relación con el MET y otros museos internacionales en cuestiones de conservación y restauración.
«Supuso un momento de cambio para el museo, que tenía a gente joven que quería aprender de fuera y lo que hizo el Prado fue traer el MET a formar aquí», ha resaltado. Solana también ha apoyado esta línea, al afirmar que el Prado cuenta hoy con «uno de los mejores talleres de restauración» y es ahora cuando los conservadores españoles «salen fuera a ayudar a otros museos europeos».