El dolor lumbar agudo supone una importante carga socioeconómica, ya que es la afección que causa más discapacidad en todo el mundo. De hecho, la tasa de primeros episodios alcanza el 15 por ciento, y el 80 por ciento de los sujetos experimentan una recurrencia que les impide realizar una actividad en el plazo de un año.
El dolor lumbar se define como agudo cuando los síntomas duran entre 2 y 12 semanas, pero hasta el 60 por ciento de los pacientes desarrollarán dolor lumbar crónico. Dado que los primeros episodios suelen ser de resolución espontánea, la mayoría de los pacientes no buscan atención médica y la falta de atención adecuada podría ser una de las causas de la elevada tasa de recurrencia.
Sin embargo, el conocimiento sobre cuál es la mejor terapia farmacológica para tratarlo es limitado, y las indicaciones disponibles en la literatura son contradictorias. Ahora, un análisis publicado en la revista ‘Journal of Orthopaedic Research’ ha examinado qué fármacos no opiáceos son mejores para tratar esta dolencia.
El análisis, que incluyó todos los ensayos controlados aleatorizados publicados hasta la fecha (18 estudios con 3.478 pacientes), muestra que los relajantes musculares y los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) podían reducir los síntomas de forma eficaz y rápida. La combinación de AINE y paracetamol se asoció a una mayor mejoría que los AINE solos.
«Este es un primer paso hacia la optimización del tratamiento de la lumbalgia aguda. Sin embargo, siempre hay que tener en cuenta las características específicas de los pacientes, como tener alergias y comorbilidades», ha dicho la autora principal, Alice Baroncini, del Hospital Universitario RWTH de Alemania.
«Las investigaciones futuras deberán centrarse en la identificación del tipo de fármacos que no solo ofrezcan el mejor y más rápido alivio del dolor, sino que también muestren la menor tasa de recurrencia de los síntomas», ha concluido.
CÓMO SE TRANSFORMA UN DOLOR LUMBAR AGUDO EN CRÓNICO
Tal y como se recuerda a lo largo del estudio, aún no se han identificado claramente los factores de riesgo para la transición de un dolor lumbar agudo a un dolor lumbar crónico. Sin embargo, se ha demostrado que los factores psicológicos desempeñan un papel en este proceso.
La falta de contacto entre los pacientes y los profesionales sanitarios podría ser una de las razones por las que la bibliografía y la investigación sobre el dolor lumbar agudo son más escasas que sobre el dolor lumbar crónico, y las conclusiones suelen ser discordantes.
Según las directrices actuales, el tratamiento no farmacológico debe constituir la primera línea de tratamiento, pudiendo iniciarse el tratamiento farmacológico si el paciente lo desea o si el tratamiento de primera línea resulta insuficiente.
Sin embargo, las pruebas relativas al tratamiento no farmacológico del dolor lumbar agudo son de escasas a moderadas e incluyen calor local, acupuntura o masajes.
En cuanto al tratamiento farmacológico, a pesar de la falta de pruebas que respalden el uso de opiáceos para el dolor lumbar agudo, estos fármacos se prescriben a casi el 14 por ciento de los pacientes que se quejan de dolor lumbar agudo.
Sin embargo, hasta el 95 por ciento de los pacientes tratados con opiáceos experimentan al menos una reacción adversa y, a largo plazo, pueden desarrollar tolerancia e hiperalgesia inducida por opiáceos. Estudios recientes también sugirieron posibles efectos adversos a largo plazo en pacientes que utilizan opiáceos para el dolor lumbar agudo.