Las escuelas de 23 países, donde viven alrededor de 405 millones de niños y niñas en edad escolar, siguen sin abrir por completo y muchos niños en edad escolar corren el riesgo de abandonar sus estudios, a medida que la pandemia de COVID-19 se adentra en su tercer año.
Así lo pone de relieve el estudio ‘¿Están aprendiendo realmente los niños?’, publicado este miércoles por UNICEF. La investigación recoge datos en distintos países sobre el cierre de las escuelas de infancia a consecuencia de la pandemia.
En este sentido, el informe pone de relieve que 147 millones de niños y niñas perdieron más de la mitad de la educación presencial en los últimos dos años. En total, esto supone una pérdida de dos billones de horas de educación presencial, según añade la ONG.
En este contexto, la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, ha explicado que «cuando los niños y las niñas no pueden interactuar directamente con sus maestros y sus compañeros, su aprendizaje se resiente» y ha subrayado que, «cuando no tienen la posibilidad de interactuar, la pérdida de aprendizaje puede volverse permanente».
«Esta desigualdad creciente en el acceso al aprendizaje puede hacer que la educación se convierta en el mayor factor de división en lugar de ser el mejor instrumento para la igualdad. Cuando el mundo no consigue educar a sus niños, todos sufrimos las consecuencias», ha señalado Russell.
El informe de UNICEF también alerta de que muchos alumnos no regresaron a la escuela cuando se reanudaron las clases presenciales tras la primera embestida de la pandemia. Por ejemplo, la ONG ha destacado que en Liberia el 43% de los estudiantes de las escuelas públicas no volvieron cuando estas reabrieron en diciembre de 2020.
Asimismo, el número de niños y niñas que no van a la escuela en Sudáfrica se triplicó al pasar de 250.000 a 750.000 entre marzo de 2020 y julio de 2021, y, en Uganda, alrededor de uno de cada 10 niños y niñas en edad escolar no regresó a la escuela en enero de 2022 tras un cierre de dos años.
En Malawi, según el informe de UNICEF, el índice de abandono entre las niñas de educación secundaria aumentó un 48%, de un 6,4% a un 9,5% entre 2020 y 2021. En Kenya, una encuesta realizada entre 4.000 adolescentes de 10 a 19 años reveló que el 16% de las niñas y el 8% de los niños no regresaron a clase cuando las escuelas volvieron a abrir sus puertas.
VULNERABLES Y MARGINADOS
UNICEF ha alertado de que los niños y las niñas que no van a la escuela «están entre los miembros de la sociedad más vulnerables y marginados» y ha añadido que «tienen menos probabilidades de saber leer, escribir o resolver ejercicios básicos de matemáticas, y no cuentan con la red de protección que proporciona la escuela». «Esto les expone a un mayor riesgo de ser víctimas de la explotación y a sufrir pobreza y privación durante toda su vida», ha destacado.
La investigación recalca que, si bien los niños y las niñas que no van a la escuela son quienes sufren las peores consecuencias, los datos de antes de la pandemia relativos a 32 países y territorios revelan un nivel de aprendizaje alarmantemente bajo, que «probablemente haya empeorado debido a la magnitud de la pérdida de aprendizaje ocasionada por la pandemia».
«En los países analizados, el ritmo actual de aprendizaje es tan lento que la mayoría de los niños en edad escolar tardarían siete años en adquirir las competencias básicas de lectura que deberían haber aprendido en dos años, y 11 años en adquirir las competencias básicas de aritmética», sostiene.
En los 32 países y territorios objeto del análisis, una cuarta parte de los niños en edad de asistir al octavo curso (los de 14 años) no contaban con las competencias básicas de lectura, y más de la mitad no había adquirido las competencias de aritmética que se esperan de los estudiantes de segundo curso (es decir, los de siete años de edad).
«Antes de la pandemia, los niños y las niñas más marginados ya se estaban quedando atrás. A medida que la pandemia se adentra en su tercer año, no podemos permitirnos volver a esa ‘normalidad’. Debemos conseguir una nueva realidad: ayudar a los niños y las niñas a regresar a las clases, evaluar su nivel de aprendizaje, proporcionarles el apoyo intensivo que necesitan para recuperar lo que han perdido y garantizar que los maestros cuenten con la formación y los recursos educativos que necesitan. Teniendo en cuenta todo lo que está en juego, es lo mínimo que podemos hacer», ha asegurado Russell.