El conjunto blanquiazul no puede con un flojo Oviedo, que vino a la Costa del Sol a empatar. Y lo consiguió. Los de Guede demostraron una vez más la falta de gol. Apenas se generaron llegadas sobre la meta de Femenias. El descenso queda ahora a dos puntos tras la victoria del Sanse en Fuenlabrada. Quedan tres jornadas y vamos a sufrir de lo lindo.
Desde el arranque, y empujados por los 21.834 malaguistas que llenaron en coso de Martiricos, los de Guede llevaron el peso de la posesión, pero sin apenas profundidad. Para colmo Jozabed sufrió unas molestias por las que tuvo que abandonar el césped de Martiricos. Ramón ocupó su lugar y comandó el centro del campo junto con Febas, dando un mayor dinamismo, aunque sin encontrar portería.
En el segundo tiempo ocurrió más de lo mismo. El Málaga tiró del partido, mientras que el Oviedo esperaba agazapado la ocasión dar un zarpazo. Superada la hora de encuentro, llegó ese momento. El conjunto asturiano empezó a genera juego en torno a la meta de un Dani Martín que fue exigido en un par de acciones. A raíz de estas situaciones, el partido se convirtió en un auténtico correcalles que podía caer de uno u otro lado.
Guede agitó el árbol dando entrada a Kevin y Chavarría, con el previo abucheo por parte de La Rosaleda a Sekou en el cambio. Pero ni por esas. Los atacantes blanquiazul no recibían ni un buen balón. Incluso el central ovetense Calvo estuvo a punto de convertirse en el único clavo ardiendo al que agarrase, pero Femenías atrapó el despeje que ya se colaba en la meta visitante.
Finalmente ninguno pudo llevarse el gato al agua y de esta forma el Málaga se queda a dos puntos del descenso tras la victoria del Sanse en Fuenlabrada. La visita a Tenerife se convierte en un partido a vida o muerte.
