Las puertas del infierno se han abierto en Ucrania, y Kiev su capital es ahora mismo un campo de batalla donde las fuerzas ucranianas tratan de frenar desesperadamente el avance terrestre ruso en su objetivo de ocuparla y deponer al gobierno del presidente Zelenski. Si cae Kiev, el golpe psicológico en la moral de resistencia del ejército ucraniano se verá seriamente afectada, es por tanto que la batalla por la defensa de la ciudad se ha de convertir en un lema internacional de apoyo, un nuevo ¡No pasarán! como aquél que sostuvo la defensa de Madrid en noviembre de 1936.
El apoyo logístico en armamento y medicinas tiene que ser ahora mismo una realidad para frenar esta terrible invasión, ya que aquellas promesas de apoyo militar de la OTAN se las ha llevado el viento, el miedo es generalizado en las cancillerías europeas y norteamericana que miran ahora hacia otro lado, impasibles ante el sufrimiento de un pueblo que no estaba preparado para una tragedia así en pleno siglo XXI, nadie hoy puede estarlo, ni los propios habitantes de Rusia, hemos retrocedido más de ochenta años, a los tiempos del expansionismo que originó la Segunda Guerra Mundial, cuando las potencias del Pacto Tripartito extendieron la muerte por todo el globo terráqueo, entonces Alemania, Italia y Japón, y hoy Rusia, heredera de aquella terrible Unión Soviética que atemorizó al mundo de posguerra hasta la caída de su régimen en 1991. Ni entonces la Sociedad de Naciones lo impidió, ni hoy la ONU puede, debido a un Consejo de Seguridad desfasado en el tiempo.
Vladimir Putin ha olido el miedo de las potencias occidentales a la guerra y se aprovecha de ello dando otro paso más previsto en su hoja de ruta de recuperar todos aquellos territorios que formaron la Unión Soviética, ya sea en el Cáucaso con Georgia, que sufrió las amputaciones territoriales de Abjasia y Osetia del Sur en agosto de 2008, o en la propia Ucrania con Crimea y las provincias del Donbás en 2014. Es el mismo modus operandi, apoyar territorios con supuestas mayorías de rusoparlantes originando guerras civiles que debiliten la capacidad económica de esos estados y llamen en defensa de esos ciudadanos de origen ruso sometidos a supuestos ataques a la intervención armada. Esta misma situación ya la conocen otros territorios como Artsaj, entre Armenia y Azerbaiyán y Transnistria al este de Moldavia, y si nadie lo impide próxima víctima de su ansia imperialista.
El desarrollo de la guerra hasta el momento es un guión de las guerras de movimiento de la blitzkrieg alemana, salvo que los ataques con bombarderos de ataque en picado J-87 Stukas de entonces, han sido sustituidos por misiles balísticos dirigidos a neutralizar las defensas antiaéreas y centros de radares de los aeropuertos, con un ataque sorpresa de madrugada que causa el pánico y neutraliza a la aviación de caza ucraniana, dominando el espacio aéreo.
A continuación, se inician movimientos de distracción y contención de tropas ucranianas en las ciudades fronterizas de Sumy, Járkov y otras en el noreste y en la zona del Donbás en el este. Mientras tanto, las acciones principales parten desde Crimea, así partiendo desde Sebastopol, la flota rusa ha bloqueado el puerto de Odesa en el mar Negro y la entrada del mar de Azov, aislando la ciudad portuaria de Mariúpol, mientras las fuerzas terrestres ocupan Melitópol intentando enlazar con las procedentes de Donetsk, controlando con ello todo el litoral.
Las operaciones militares más importantes indican que el mando ruso pretende rodear la capital del país por el noroeste en un avance a través del territorio de su aliada
Bielorrusia, con la rápida conquista del aeropuerto internacional las tropas invasoras se han asegurado un punto vital de reabastecimiento para desarrollar la batalla por Kiev, empujando a la resistencia ucraniana en un movimiento de hoz hacia el sureste de la capital hasta embolsarla contra la ribera occidental del río Dniéper, donde bloquearían sus puentes para evitar la huida de los defensores.
Con este movimiento, neutralizan el centro del gobierno del resto de las regiones y estratégicamente dominan la cuenca del inmenso río con sus centrales térmicas y nucleares. En una segunda fase, el avance se iniciaría desde el Noroeste y desde el este y sur para enlazar con Kiev, atrapando a las fuerzas ucranianas al este del Dniéper, convirtiendo al río en la línea del frente en una primera fase de la invasión, ocupando todo el este del país.
Estremecedoras son las escenas con carreteras atestadas de vehículos y estaciones con trenes y autobuses repletos de familias huyendo con lo puesto hacia las fronteras del oeste, colas interminables en supermercados ya desabastecidos, cajeros electrónicos sin dinero, farmacias sin medicinas, hospitales atestados de heridos, corte del suministro eléctrico y de las redes de telecomunicaciones, y padres despidiéndose de sus familias para acudir a la llamada de la movilización total de la población en edad de portar armas para defender la patria del peligro extremo. Es el día de hoy de un pueblo que se ha encontrado de la noche a la mañana envuelto en una guerra de agresión injusta.
Nuestra sociedad actual no está preparada para este tipo de escenario, la guerra en nuestras puertas era impensable y desde los medios vemos ese sufrimiento como lejano por ahora, pero debemos tomar conciencia que esa situación puede estar en nuestras casas dentro de poco, con una crisis económica que se va a notar desde ya, con una hiperinflación energética y por ende un encarecimiento generalizado de la bolsa de la compra. Seamos lo más solidario posible, ha llegado la hora de los valientes, que las manifestaciones en las capitales mundiales apoyando a Ucrania conviertan la decisión de este loco en un efecto boomerang que lo derribe de su pedestal desde dentro de la propia Rusia.