Solidaridad con el pueblo ucraniano, un grito de indignación se oye en el espacio europeo ante esta injusticia, movilizando a cientos de miles de voluntarios que sienten esta desgracia en sus corazones, llenos de impotencia y rabia ante las noticias por los ataques indiscriminados contra la población civil, la guerra total del ejército ruso ya no respeta ni los hospitales, el terror es una constante y no hay quién le ponga remedio desgraciadamente, solo queda el calor de aquellos que ayudan con desinterés y para el que va dirigido hoy este relato, los voluntarios, héroes anónimos.
Emociona ver como estos ciudadanos ucranianos residentes en nuestra provincia trabajan a destajo en un parking de caravanas en Santa Rosa frente a Guadalmar, en un esfuerzo laborioso, organizado con ejemplaridad, afanándose cada día en la selección y empaquetado de la ayuda que llega de los malagueños, volcados como tantos en toda Europa por la causa de este pueblo ya nuestro hermano. Las furgonetas particulares con gasoil financiado como pueden, salen en cuanto se llenan hasta los topes de las vitales mercancías en un viaje de casi 3.500 kilómetros y 33 horas de conducción ininterrumpida hasta la frontera polaco-ucraniana.
La Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) ha contabilizado a fecha de hoy 2,6 millones de refugiados, de los cuales casi la mitad los ha acogido Polonia, fundamentalmente a través de su puesto fronterizo en Medyka, a 70 kilómetros de la ciudad de Lviv o Leópolis, terminal ucraniana que aglutina el tránsito antes de salir del país, de esta inmensa marea de niños, madres y ancianos que dejan atrás sin saber si para siempre, a sus maridos e hijos en edad de combatir, a una vida arruinada por esta absurda e inexplicable guerra. Allí mismo se ofrecen previo registro, conductores voluntarios que ofrecen sus vehículos una vez que entregan el material de supervivencia traído desde sus lugares de origen para llevar de vuelta a las familias que quieran viajar al destino que les ofrecen.
En la cercana Przemysl a media hora de la frontera, se ha habilitado un antiguo centro comercial como lugar de recepción de refugiados, cobijo temporal donde se reparte gratuitamente comida caliente y se les habilita un espacio donde descansar a resguardo de las temperaturas bajo cero. Anónimos voluntarios llegados de diversas partes de Europa se afanan en servir en los esencial, coordinados por Cruz Roja a la que se han sumado las seis principales ONGs (Save de children, Aldeas infantiles, Educo, Médicos del mundo, Oxfam Intermón y Plan internacional world vision) que han creado un comité de emergencia que pueda cubrir las principales necesidades en alimentos y agua, asistencia sanitaria, atención psicológica y protección infantil.
La ayuda espontánea de toda Europa y de nuestro país en concreto, ha surgido en todos los formatos, desde el anónimo individuo que ha puesto su vehículo particular como servicio de taxi gratuito, a diversos ayuntamientos que costean autobuses o compañías aéreas como Air Nostrum que ha fletado un vuelo desde Cracovia a Valencia, todos repletos en el viaje de ida de material de supervivencia, para traerlos de vuelta con refugiados. Cualquier iniciativa es válida, cada cual con lo que pueda aportar, sea organizando conciertos benéficos, donando material indispensable, aportando ayudas económicas o incluso apoyando desde las redes sociales. Es una cruzada contra la intolerancia y en defensa de la libertad de un pueblo que sufre una guerra.
En ciudades ya heróicas como Mariupol, Járkov, Chernígov, Sumy, Irpin, Bucha, Vasilkov o Mykolaiv, se resiste y se sufren las carencias vitales más básicas esperando la apertura de corredores humanitarios, mientras los muertos se amontonan a la intemperie porque no hay tregua ni para enterrarlos en fosas comunes. Sin embargo, allí están los voluntarios más heroicos, aquellos que dejarán su vida por esta causa, para que algún día la generación de sus hijos y nietos ahora a salvo de las bombas, puedan vivir en una Ucrania que resistió y venció a la agresión rusa.
